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Los consejos de nutrición clásica están abriendo paso a un cambio de paradigma que considera la obtención de la flexibilidad metabólica como una de nuestras capacidades más importantes como seres humanos. Hoy en día, estamos expuestos a una sobrecarga de información acerca de distintas herramientas que prometen milagros para mejorar tu composición corporal, o aliviar determinadas patologías. Es cierto que, gracias a este tipo de divulgación, cada vez existe más conciencia sobre la importancia de nutrirse de forma adecuada. Sin embargo, ninguna de ellas tiene en cuenta lo más importante: tú y tus circunstancias personales, actividad física, antecedentes y contexto emocional, entre otras cosas. Los periodos de cetosis y ayunos son algunas de las corrientes que van surgiendo y ganando adeptos día a día. Sin duda, serán herramientas muy potentes para determinadas personas y en contextos concretos, pero no constituyen el único estado metabólico que nos permitirá estar sanos.

1. ¿De dónde obtiene nuestro cuerpo la energía?

Cuando pensamos en aportar energía a nuestro cuerpo, automáticamente imaginamos la "quema" de glucosa (carbohidratos) y grasas como sustrato y alimento para que cada una de nuestra células haga su trabajo. La glucosa, obtenida principalmente de fuentes de hidratos como el pan, legumbres, cereales, frutas y vegetales, es una de las fuentes principales de energía para animales y humanos.

2. El papel de la glucosa en nuestro cuerpo

Algunos de los carbohidratos que consumimos se usan para mantener los niveles de glucosa en sangre. Igualmente, participan en que esta sea utilizada como combustible en determinados órganos, aquellos que no son capaces de utilizar la grasa como fuente de energía. De esta manera, la glucosa no empleada o bien se deposita en el hígado y los músculos, en forma de glucógeno, o bien se convierte en tejido adiposo, es decir, en grasa corporal. Cuando dejamos de incorporar fuentes externas de glucosa a través de la dieta, podemos “liberar” el glucógeno almacenado, y convertirlo de nuevo en glucosa, con el objetivo de mantener los niveles de azúcar en sangre estables. Esto es lo que ocurre, por ejemplo, cuando ayunamos. No obstante, debemos actuar con cautela. En el caso de no disponer de suficiente glucógeno almacenado, y en ausencia de un aporte de glucosa a través de la alimentación, el cuerpo puede entrar en el proceso denominado neoglucogénesis, donde la glucosa se obtendrá a partir de precursores no glucídicos. Si se prologa en el tiempo, esta transformación puede causar un efecto negativo en el sistema nervioso o músculo esquelético.

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3. ¿Cuándo debería usar grasa y cuándo glucosa?

Entender cómo funciona tu organismo no solo te capacita para gestionar y adaptar tus hábitos de alimentación, sino que te abre las puertas para elevar tu estado de salud físico y mental a un nivel superior. Por ejemplo, durante la cetosis se genera un entorno óptimo para luchar contra una bacteria, mientras que en las primeras fases de infección vírica necesitamos glucosa para hacerle frente. Si nos fijamos en el ámbito deportivo, la cetosis nutricional es ideal para recorrer grandes distancias y, en cambio, la glucólisis será vital para hacer frente al sprint de llegada a la meta. Por otro lado, hay evidencias sobre los beneficios que tienen los protocolos cetogénicos en determinadas fases del ciclo menstrual, atenuando la respuesta inflamatoria del organismo. Sin embargo, no será el protocolo más adecuado en la misma fase del ciclo si tu deseo es quedarte embarazada. Como en todo, hay matices, ya que una persona puede estar en cetosis mientras su cuerpo es perfectamente capaz de recurrir a reservas de glucógeno cuando el contexto así lo requiera. Es por esto que la clave reside en la flexibilidad metabólica, es decir, en enseñar a nuestro cuerpo a alterar con facilidad el uso de la grasa y la glucosa.

4. Importancia de la Flexibilidad Metabólica

A grandes rasgos, una persona con flexibilidad metabólica es capaz de cambiar inmediatamente de combustible, o sustrato energético, según su disponibilidad y necesidad. Por ello, las personas con buena flexibilidad metabólica tendrán un mejor rendimiento y una mayor facilidad para quemar grasa corporal. Las dietas convencionales y el estilo de vida actual, predominado por el “no tengo tiempo ni para respirar”, son grandes responsables de la poca flexibilidad metabólica de la población. Algo que está directamente relacionado con el incremento de los casos de diabetes y obesidad. Ser “glucodependiente”, o esclavo de la glucosa, genera unos desajustes hormonales en el organismo que podemos identificar de la siguiente manera:

4.1. Picos de glucosa

La glucosa ingerida a través de alimentos ricos en carbohidratos no se transporta rápidamente a la célula. De este modo, permanece en la sangre y genera picos de glucosa muy elevados. Una persona con flexibilidad metabólica secreta fácilmente insulina, permitiendo que la glucosa entre en la célula y el remanente sea transportado al hígado para ser almacenado en forma de glucógeno. Podremos recurrir a estas reservas cuando nuestro contexto personal así lo requiera.

4.2. Ausencia de glucosa

En ausencia de glucosa, por ejemplo pasadas las doce horas de ayuno, el cuerpo intenta obtener glucosa como fuente de energía, viéndose obligado a degradar el tejido muscular (catabolismo) para seguir produciendo este combustible (gluconeogénesis). Esto se debe a que no se tiene la capacidad para entrar fácilmente en cetosis, estado en el que se evita la degradación del tejido muscular y se extrae la energía del tejido adiposo, es decir, de la grasa.

4.3. Actividad física

Durante la actividad física, el cuerpo recurre directamente al glucógeno almacenado, independientemente del grado de intensidad deportiva, y por consiguiente, la fatiga aparece mucho antes. En contraposición, cuando se tiene flexibilidad metabólica, el organismo sólo recurrirá al glucógeno cuando tenga que hacer frente a grandes esfuerzos y, por lo general, utilizará la grasa como combustible.

4.4. Escasa flexibilidad metabólica

Las personas con escasa o nula flexibilidad metabólica viven con una constante demanda de glucosa, antojos y necesidad de comer dulce a todas horas para “reactivar” sus niveles de energía. Además, difícilmente aguantan media jornada sin comer. Por todo esto, sabemos que la flexibilidad es la clave de la estabilidad. Si quieres aprender cómo añadir versatilidad para alcanzar flexibilidad metabólica, no te pierdas esta propuesta práctica que hemos preparado para ti.

Bibliografía