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¿Qué entendemos por menopausia?

La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la menopausia fisiológica o natural como el cese permanente de la menstruación, tras 12 meses consecutivos de amenorrea, sin causas patológicas y como resultado de la pérdida progresiva de la actividad folicular ovárica, con la consiguiente disminución en los niveles de estrógenos del organismo. La edad de presentación está entre los 45 y los 55 años, con una media de 51 años (WHO, 1996). Durante esta etapa, entre el 60 y el 80% de las mujeres experimentan, entre otros, una serie de síntomas muy característicos, conocidos como síntomas vasomotores o sofocos, los cuales podrán, o no, necesitar tratamiento. En esto entraremos un poco más adelante. La menopausia, además de por causas fisiológicas, puede producirse por causas externas como someterse a una intervención quirúrgica de extirpación ovárica (ooforectomía), a quimioterapia o radioterapia y por la conocida como insuficiencia ovárica primaria: una cesación de la función ovárica de forma prematura por causas genéticas o autoinmunes. Esta menopausia precoz, que puede llegar a verse incluso en mujeres que aún no han superado la veintena de edad, debe evaluarse clínicamente y es recomendable tratar a las pacientes con terapia hormonal sustitutiva hasta que hayan alcanzado la edad en la que debería aparecer la menopausia fisiológica (www.fisterra.com).

¿Qué manifestaciones clínicas presenta?

Centrándonos en los síntomas y manifestaciones clínicas de la menopausia fisiológica, la reducción en los niveles de estrógenos provoca la aparición de una serie de manifestaciones de intensidad muy variable de unas mujeres a otras: desde pacientes asintomáticas, hasta cuadros severos con una afectación significativa de la calidad de vida. Estas manifestaciones clínicas, según el National Institute for Health and Care Excellence (NICE), podríamos clasificarlas en 5 bloques (NICE, 2015): síntomas vasomotores, síndrome genitourinario, afecciones cardiovasculares, osteoporosis y otros síntomas (alteraciones del sueño y del estado de ánimo). Bien, dicho esto, y debido a la complejidad de cada bloque clínico, en esta serie de entradas del blog nos centraremos exclusivamente en el primero de ellos: los síntomas vasomotores. Como comentábamos anteriormente, a estos síntomas también se les conoce como sofocos o bochornos, y no es para menos. Las mujeres que los sufren experimentan cambios de temperatura corporal bruscos e inesperados, sudores nocturnos y enrojecimiento de la cara, el cuello y el pecho. En su forma más grave pueden llegar a afectar seriamente la calidad de vida de la paciente. Estos síntomas pueden empezar a experimentarse durante todo el climaterio y suelen, por lo general, estabilizarse tras los 5-8 años desde la última menstruación (aunque en algunas pacientes pueden llegar a persistir hasta los 70 años incluso). Desde el punto de vista epidemiológico, en Europa y Norteamérica 2 de cada 3 mujeres sufren alguna de las manifestaciones clínicas de tipo vasomotor, genitourinario o del estado anímico anteriormente citadas y 1 de cada 5 encuentran dichas manifestaciones realmente difíciles de llevar. Existen, además, etnias como la africana o hábitos como el tabaquismo y patologías como el sobrepeso y la obesidad que predisponen a sufrir, en mayor medida, estas alteraciones. Por el contrario, existen otras etnias, como la asiática, donde tan solo el 16% de las mujeres reportan síntomas importantes durante este periodo (Thurston RC, 2011; Avis NE, 2015).

Síntomas vasomotores asociados a la menopausia: causas y tratamiento

Actualmente, no hay un consenso claro sobre las vías fisiológicas implicadas en la aparición de los síntomas vasomotores asociados a la menopausia. Sí se sabe que la deficiencia o retirada completa de estrógenos juega un papel importante dentro de la sintomatología, afectando al eje hipotálamo-hipófisis-adrenal, a la secreción exacerbada de hormona luteinizante (LH) y folículoestimulante (FSH) y a los neurotransmisores que intervienen en la termorregulación hipotalámica tales como la norepinefrina, la serotonina y las endorfinas (Lethaby et al., 2013). Para lidiar con estos síntomas existen diferentes líneas de actuación formalmente establecidas. Como escalera terapéutica, la Sociedad Norteamericana de Menopausia (NAMS) recomienda considerar primero los cambios en el estilo de vida para aliviar los síntomas leves. Estos cambios pasan por evitar alimentos altamente condimentados, evitar la exposición a altas temperaturas, realizar actividad y ejercicio físico de forma regular y moderada y evitar el tabaco, el alcohol, el sobrepeso y la obesidad. Si con todo ello no se consiguen controlar los síntomas, pasaríamos al empleo de medidas farmacológicas: terapia hormonal sustitutiva como primera elección y fármacos antidepresivos, anticonvulsivantes o antihipertensivos como segunda línea. La terapia hormonal sustitutiva, lejos de lo que muchas personas puedan pensar, es un tratamiento seguro y efectivo si se administra a las dosis indicadas durante no más de 5 años y sin que la paciente exceda los 60 años de edad (NAMS, 2015; Marjoribanks et al., 2017). Sin embargo, además de los tratamientos convencionales, muchas mujeres han empleado, por diferentes motivos, terapias complementarias para combatir estos síntomas, siendo los complementos alimenticios herbales o medicamentos a base de plantas los más empleados (seguidos del yoga y otras técnicas de relajación). Una revisión publicada en 2013 determinó que entre un 32% y un 50% de las mujeres en occidente empleaban normalmente terapias complementarias durante la menopausia (Posadzki et al., 2013). Por otro lado, en diferentes encuestas realizadas a mujeres posmenopáusicas entre 2002 y 2006, se determinó que en torno al 61% de las participantes creía que un tratamiento natural era más efectivo y seguro que la terapia hormonal sustitutiva y que el 70% de las encuestadas no informaron a un profesional sanitario sobre el tratamiento natural que estaban tomando (Newton et al., 2002; Chao et al., 2006). Una vez visto todo esto, ¿podría tener sentido emplear plantas medicinales para el alivio de los síntomas vasomotores asociados a la menopausia? Esta es la pregunta a la que trataremos de dar respuesta en las siguientes entregas de esta serie de artículos.

Conclusiones

  • La menopausia constituye una etapa en la vida de la mujer que puede venir dada por causas fisiológicas, patológicas o iatrogénicas, que cursa con una sintomatología compleja y, en muchos casos, difícil de llevar por las pacientes. • Los síntomas vasomotores constituyen manifestaciones clínicas claramente definidas, y etiológicamente aún por consensuar, que pueden llegar a afectar seriamente a la calidad de vida de las mujeres posmenopáusicas. • El tratamiento farmacológico de elección actualmente frente a los síntomas vasomotores es la terapia hormonal sustitutiva. Esta es segura y efectiva a las dosis indicadas dentro del periodo ventana de tratamiento y durante no más de 5 años desde el inicio del mismo. • Un porcentaje importante de mujeres posmenopáusicas se ven atraídas por el empleo de terapias complementarias, en concreto fitoterapia, para el alivio de los síntomas vasomotores asociados a la menopausia

Referencias bibliográficas

Avis NE, Crawford SL, Greendale G, Bromberger JT, Everson-Rose SA, Gold EB, et al; Study of Women’s Health Across theNation. Duration of menopausal vasomotor symptoms over the menopause transition. JAMA Intern Med. 2015;175(4):531-9. PubMed PMID: 25686030. Chao MT, Wade C, Kronenberg F, Kalmuss D, Cushman LF. Women's reasons for complementary and alternative medicine use: racial/ethnic diHerences. Journal of Alternative and Complementary Medicine 2006;12(8):719-22. Hunter MS, Gentry-Maharaj A, Ryan A, Burnell M, Lanceley A, Fraser L, et al. Prevalence, frequency and problem rating of hot flushes persist in older postmenopausal women: impact of age, body mass index, hysterectomy, hormone therapy use, lifestyle and mood in a crosssectional cohort study of 10 418 British women aged 54–65. BJOG 2012;119:40-50. Lethaby A, Marjoribanks J, Kronenberg F, Roberts H, Eden J, Brown J. Phytoestrogens for menopausal vasomotor symptoms. Cochrane Database of Systematic Reviews 2013, Issue 12. Art. No.: CD001395. DOI: 10.1002/14651858.CD001395.pub4 Marjoribanks J, Farquhar C, Roberts H, Lethaby A, Lee J. Long-term hormone therapy for perimenopausal and postmenopausal women. Cochrane Database of Systematic Reviews 2017, Issue 1. Art. No.: CD004143. DOI: 10.1002/14651858.CD004143.pub5. Newton KM, Buist DSM, Keenan NL, Anderson LA, LaCroix AZ. Use of alternative therapies for menopause symptoms: results of a population-based survey. Obstetrics and Gynecology 2002;100:18-25. NICE Guideline (NG23). Menopause: diagnosis and management. 2015. Disponible en: https://www.nice.org.uk/guidance/ng23 North American Menopause Society. Nonhormonal management of menopause associated vasomotor symptoms: position statement of the North American Menopause Society. Menopause 2015;22(11):1155-1174. Posadzki P, Lee MS, Moon TW, Choi TY, Park TY, Ernst E. Prevalence of complementary and alternative medicine (CAM) use by menopausal women: a systematic review of surveys. Maturitas. 2013;75:34–43. Thurston RC, Joffe H. Vasomotor symptoms and menopause: findings from the Study of Women’sHealth across the Nation.Obstet Gynecol Clin North Am. 2011;38(3):489-501. PubMed PMID: 21961716. World Health Organization. Report of a WHO Scientific Group. Research on the menopause in the 1990’s (Technical ReportSeries; 866). Geneva: WHO; 1996.